La restauración, iniciada a comienzos de 1987, consistió en el aplomado de los largos muros de los estribos, desmontándolos y volviéndolos a montar, reforzando su estabilidad al incrementar su espesor con unos muros interiores de hormigón.
En una zona del espacio interior se dejó hueco para poder alojar un antiestético transformador que hay pegado al puente, en la margen izquierda, que finalmente no pudo ser trasladado. Se construyó un nuevo pavimento similar al antiguo, con unas fajas longitudinales y transversales de losas de granito formando cuadros rellenos con cantos rodados de cuarcita puestos de canto (pavimento de tradición medieval en Ourense), y se colocaron unos nuevos pretiles de piedra.